Crítica Cultural

Crítica Cultural

lunes, 6 de octubre de 2014

Hijos del sol


Espejos del Sol (Felix Murillo)


El pasado 13 de septiembre se celebraron las ‘I JORNADAS ASTRONÓMICAS CIUDAD DE ALMENDRALEJO’. Un enfoque didáctico pensado para los más pequeños y la combinación de varias actividades bajo lo transversal de la astronomía, hicieron que la sala en la que Francisco Blanco desplegó un planisferio mudo para colocar hasta diez constelaciones, se quedase pequeña.

Este tipo de actividades culturales tienen siempre un valor añadido desde el momento en que se convierte a los niños en protagonistas. Por ello creo necesario destacar la importancia de iniciativas culturales que apuesten por la base. Por dos motivos fundamentales: porque no siempre el diseño es el mejor condimento a la hora de experimentar la cultura y porque este tipo de iniciativas son estupendas para que aquellos conocimientos que se reciben en la academia, se vean aplicados a algo vivo y real. ¿Qué mejor manera de incentivar el aprendizaje que demostrando, desde los niveles más elementales, lo provechoso que este puede llegar a resultar? Sobre todo si tenemos en cuenta que en lugares así, entran en juego conceptos y temáticas fundamentales para el desarrollo correcto del intelecto en cualquier infante. Sin olvidarnos de la importancia que tiene potenciar la curiosidad que empuje a cualquier niño a hacerse preguntas e interrogar ávidamente todo cuanto le rodea. Preguntas tan sencillas pero a su vez tan complejas como: ¿Qué es una constelación?, ¿Para qué sirven las estrellas?, ¿Cómo eran los hombres hace 5000 años? Ideas como la evolución de las especies, las escasas diferencias que nos separan de nuestros antepasados y por lo tanto de nuestra condición de homínidos, el culto a los antepasados, etc. Son algunas de las herramientas con las que se puede dotar a una mente joven. Fomentando de esta manera una perspectiva más amplia a la hora de aprender  y conocerse a sí mismo.

De esto se trata también en el caso de los adultos, de abrir miras, de ser conscientes de qué tenemos ante nosotros. En este caso un sepulcro prehistórico de casi 5000 años que nos deja datos muy interesantes acerca de nuestros antepasados. Una de las cuestiones destacables sería, desde mi punto de vista, las conclusiones a las que se han llegado por la orientación de la cámara y la entrada directa del sol, coincidiendo con el solsticio de invierno, en el círculo central de la misma. Ofreciendo un espectáculo ancestral en la sepultura de unos 60 minutos aproximadamente. Pareciese por estos indicios que los encargados de llevar a cabo esta necrópolis profesasen un peculiar culto a los muertos, por ser estos una supuesta mediación con divinidades de índole más abstracta. De este modo, se podría pensar que el miedo a que el sol pudiese apagarse provocado por el hecho de que los días se fuesen acortando, les hacía pedir a sus ancestros un nuevo sol. Consiguiendo que en el día más corto del año, en el momento en que pareciese más acechante el peligro de quedarse sin los beneficios del astro rey, la luz entrase justo por el punto que permitía alumbrar la cámara central. Dado lugar a la petición de un sol renovado precisamente en el momento en el que la debilidad del mismo se hiciese tan presente que solo algo divino pudiese cambiarlo.

Estas manifestaciones de lo que nuestros ancestros consideraban sagrado, revelan una serie de valores que para nuestra sociedad no solo podrían ser muy útiles, sino también beneficiosos. Refiriéndonos concretamente a considerar con especial importancia aquellas cosas tan relevantes y que pasan en la mayoría de los casos completamente inadvertidas, como en este caso sería el sol.

Colocar en el centro de las preocupaciones vitales aquellos hechos que se consideraban imprescindibles, permitían a nuestros antepasados libarse de preocupaciones que no estuviesen vinculadas con la supervivencia. Cuando la vida de un ser humano se reduce a estar vivo, el prisma con el que se enfoca la realidad deja fuera todo aquello que interrumpe o dificulta una conexión directa con lo que nos rodea.

La cercanía con lo que de una manera compleja nos ha ido constituyendo en seres antropológicos, como por ejemplo el culto a los muertos, nos puede hacer tomar conciencia de lo alejados que estamos en estos momentos de aquello que forma parte de nuestra identidad primigenia. ¿No son la vida y muerte dos caras de la misma moneda? ¿No es la vida tan constitutiva de la muerte como la muerte de la vida? ¿No sería cualquiera de las dos imposible sin la otra? Este tipo de reflexiones en torno a lo que sirvió para enterrar a los difuntos y que tiene casi 5000 años, deberían ponernos sobre la pista para valorar la importancia que tiene la muerte sobre la vida. Tanto para buscarle sentido, sin necesidad de trepar a ramas filosóficas, como para pararnos a pensar que el accidente de la vida es nuestro bien más preciado. Dejando de lado preocupaciones banales que no tendrían sentido de no haber olvidado que solo viviremos una vez. Abrazando nuestra existencia como si cada segundo fuese irrepetible. Porque Heráclito no estaba tan confundido cuando dijo:

El sol es nuevo cada día.






Publicado en Copelacapital
Cecilio J. Trigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario